Se trata de un trastorno mental, en el que las personas tienen un sentido desmesurado de su importancia, además de una necesidad profunda de atención y admiración excesiva, según informes de Mayo Clinic. Detrás de esa seguridad extrema, se esconde una autoestima frágil y vulnerable.
No existe una resonancia magnética o prueba de sangre para detectar al narcisista; sin embargo, ciertos rasgos podrían evidenciarla, así es como los terapeutas suelen identificarla. Conócelas:
- Aires de superioridad, ellos siempre son los mejores, no hay nadie capaz de hacerlo similarmente, gracias a que son muy competentes. Desafortunadamente, todo debe hacerse a su estilo y ellos tienen que controlar hasta el más mínimo detalle o la situación.
- Requieren atención excesiva, pero el asunto se puede volver conflictivo, pues por más palabras positivas y de apoyo que se les brinde, nunca serán suficientes. Es como tirarlas a un barril sin fondo, ocurre porque piensan que no son dignos del amor de nadie; es una más de sus facetas de inseguridad.
- Perfeccionismo, lamentablemente no sólo ellos deben ser magníficos, todos los que le rodean por igual y los acontecimientos tienen que salir, justo como se los imaginan; por lo tanto, siempre están insatisfechos.
- Necesidad de asumir el mando, para este tipo de personas todas las situaciones son imperfectas, exigen tener el control, para moldearlas a su gusto. Cuando los demás no se comportan como ellos esperan, se alteran.
- Falta de responsabilidad, a pesar de que desean controlar, no quieren ser los responsables cuando las cosas salen del orden establecido, a menos que todo salga como lo habían planeado. Es muy probable que culpen a otros por el caos generado por ellos mismos.